lunes, 3 de marzo de 2014

La leyenda de Gárgoris y Habidis





Soñé un sueño soñando sobre la arena,
en una playa virgen no muy lejos de aquí,
en la tierra de los tartessos de piel morena
quiso el hado que la leyenda llegara mí.


Ven joven bardo, dijo una voz misteriosa,
acércate, verás que los extremos se tocan,
pues yo, Hefesto, traigo una historia portentosa
como las que pena y melancolía provocan.


¿Y qué historia olvidada debe ser esa,
para vos, ínclito de los dioses herrero,
que los valles surca y los mares atraviesa
actúe ante mí como un simple mensajero?


Escucha, ya pasó el tiempo de los prodigios,
la hora está cerca de la profecía de Cumas,
ya pesa la suerte de los olvidados frigios,
ya cantaba el tiempo la verdad que se esfuma.


En otro tiempo, cuando era joven el mundo,
hubo gran movimiento en el cielo y la tierra,
el supremo Zéus se estremeció en lo profundo
y a los soberbios titanes hizo la guerra.


Prometeo, el de los incontables ardides,
le robó la llama del fuego impedecedero,
y mi señor Zéus, tú que todo lo divides,
lo encadenó a los ojos del mundo entero.


De este modo, la Atlántida selló su destino,
¿ y quién volverá a ver el Oricalco forjado?
sólo el pueblo titán, que a este litoral vino
y su viejo linaje el tiempo ha olvidado.


Donde pasa la noche, de más allá vinieron,
luego, al jardín de las hespérides llegaron,
sus divinos ojos la tierra oriental vieron
y desde ese momento Ophiussa la llamaron.


Y fue Tartessos, la gloria intacta del pasado
de los grandes reyes de los padres de los hombres,
del tiempo perdido y ahora recuperado,
del secreto verdadero que esconden los nombres.


Un gran rey que en el arte de la miel se deleitaba,
heredero de Nórax, hijo de la fortuna,
un rey que a todos con su enseñanza encantaba,
consagrado al misterioso culto de la Luna.


Dime rey, ¿qué perturba tu grato pensamiento,
por el estupro de tu hija estás herido,
por qué tu meditar te conduce al sufrimiento,
es que no ves que tu nieto es el elegido?


Su ira le llevó a un acto de locura,
al fruto de la discordia condenó a muerte,
no hay cunete que en el reino sanarlo procura
y la vida del niño abandonó a su suerte.


Buscando el cuerpo del expósito primero,
descubrió que por las fieras fue amamantado,
y sin creer que este numen fuese verdadero
ordenó que a palacio el niño fuera llevado.

Quiso matar al crío en un pasaje estrecho,
por donde tenían que pasar vacas y bueyes,
pero, nuevamente se sorprendió de otro hecho,
no mueren pisoteados por bestias los reyes.


A perros en largo ayuno dio por alimento,
pero éstos lo trataron con gracia divina,
la frustración e ira del rey van en aumento
puesto que la vida del pequeño no termina.


Al fin, harto ya del numen, al mar mandó tirarlo
para que sucumbiese en la inmensa bravura
de un mar que le ayudaría a olvidarlo
y con el tiempo que se borrara su locura.


Ahora bien, el bayo de las olas fue su nave,
y sobre la pesada marea conducido,
más favores divinos le ocurren si cabe,
pues, otro terrible suceso ha padecido.


En la playa por el mar ha sido transportado,
en la playa que tú estás, llena de hermosura,
en la tierra que esconde secretos del pasado
y que algún día verás brillando siempre pura.


Seguidamente del bosque acudió una cierva
queriéndole amamantar y después cuidarlo,
enseñó al niño la vida sobre la hierba
y así los humanos no podrían encontrarlo.


Entre rabaños de ciervos corrió por los montes,
degustó las bayas y hierbabuena del soto,
pisoteó la tierra de los reyes arcontes,
bailó sobre las ruinas de un pasado remoto.


Hasta que un día, en una trampa caído,
a Gárgoris en previo pago se regaló;
quizás a palacio por el destino traído,
mas no por la fatal causa que lo consagró.


Luego, por las señales en cu cuerpo marcadas
y el tremendo parecido inexplicable,
quiso ver en él todas las pruebas superadas
y se libró así del pasado insoportable.


Gárgoris, rey de reyes, lo nombró sucesor,
Habidis, ese fue el nombre que se le impuso,
hijo del viento, Habidis el escanciador,
con maestría y templanza su reino dispuso.


Fue el primero en uncir los bueyes al arado,
el primero que buscó en el surco el alimento,
leyes a su pueblo entonces bárbaro ha dado,
salvador de un pueblo ahora en detrimento.


Un gran rey hubo luego antes que las ciudades,
en siete grandes polis su reino dividido,
una gran historia que atraviesa las edades
y los hijos de hombres casi habían perdido.


Pues vale, esto es lo que Hefesto me ha dicho,
un canto del pasado, sucesos fabulosos,
que forjados por no sé que divino capricho,
fueron, en la edad de los hechos portentosos.


Una vez despierto el destino me designó,
que fuera testigo del sol al atardecer,
y una vez que el cuento soñado terminó
sólo ante el mismo pude compadecer.

Diciembre 2003.






martes, 6 de diciembre de 2011


I

Así fue que vine al mundo
en un día de invierno
                         sin más ni más.

En la maternidad de la ciudad
de los atardeceres de oro.
La ciudad del poeta.
La del secreto, la que guardó silencio
en los días tristes
                         de la pérdida.

La que fue la llave y la puerta.

Y aunque poco tiempo
tardé en salir de ella,
aún recuerdo su grandeza.     

II

Poco a poco, se fue forjando
mi vida al mundo
y empecé a soñar que vivía.

Hallé mi ser en el centro
de la geografía andaluza.
Quiso el destino, que toda ella,
me rodeara.

Y con la visión
que tal coordenada
me ofrecía,
               crecí como los demás,
                               sin más ni más.

Más tarde, pude comprender
de que materia
estaba  hecho el mundo,
luego, amé la Naturaleza
y odié al hombre para siempre.

Busqué el sentido de las cosas.



III

Por las tardes, solía ver
desde mi balcón la ciudad.
Aguardaba en silencio, esperaba
que el aire me trajera noticias.

Y allí estaba nevado el Torcal 
                                     a un lado.
Y aquella peña enamorada.
                                     A otro,
aquél castillo mozárabe
de nombre misterioso
con su colina erguida.

Y por aquí y por allá
sobre todos los tejados,
sobre todas las miradas,
todas esas torres eternas de iglesias
que en mi pueblo,
eran casi innumerables.

En las tardes frías de invierno
no muchas cosas me decía el viento.

 IV

Sin más ni más.
Así llegaron miles de ellos
en los días sucesivos.

Vuelos estrepitosos: de vértigo,
de suspiro. Así recorrieron las calles
mientras los observé.

Las bandadas de hermanos,
se acercaron susurrantes
a mis oídos de barro.
Entonces, les sonreí y me hablaron.

Y me dijeron, de noticias del sur
que se borran con el viento.
Y me hablaron, de los días de luz
que se pierden con el tiempo.

Pero llegaron como tú y como yo...
y un día se fueron, sin más ni más.

 1999

jueves, 1 de diciembre de 2011

A...



La pluma será un arma sutil
cargada con la munición exacta,
tira en silencio y verás cómo impacta
volviendo a políticos contra ti.

No merecéis una gota de tinta
está muy por encima lo sublime,
y no os acerquéis, puede que os lastime
con esto que mi mano ahora pinta.

Os veré a todos en una caja
malditos hacedores de mentira,
depravados monigotes de paja,

y el odio que vuestra aptitud me inspira,
lo convertiré en una mortaja
para impedir la sed de mi atroz ira.

17/03/03





martes, 29 de noviembre de 2011

SE TRATA DEL SUR


Bueno, se trata de no saber nada
sabiendo lo suficiente.

Se trata de saber
mas no demasiado, no,
podrían  confundirnos con los dioses.

Se trata de ver y no ver con los ojos,
de esperar sentado con el ceño fruncido,
de torcer la esquina
para demostrarte a ti mismo
que nadie te espera ya;
que  tú eres principio y fin
de  ti mismo.

Se trata de no asfixiarte
con  el aire de este mundo raro,
lleno  de corazones de piedra:
de  no anquilosarte  en el pasado,
a razón de recuerdos arcaicos.

Si no lo dije, se trata del sur,
siempre  al sur y hacia lo profundo.

10/01/06


lunes, 28 de noviembre de 2011

La luz del mar y el Bardo



El sol siembra su luz
en los jardines del sur.

En la costa eterna
de los mares del sur.

En el viejo páramo,
en el mar del tránsito,
en el color del sur.

El sol del mediodía;
sobre la mar plateada,
deslumbra de oricalco,
destellos dinámicos,
que fueron aquí, una vez más,
en el sur, el arábigo sur,
destellos de luz verdadera
y máculas de elocuencia,
de cuentos inconclusos
y de hadas y doncellas.

Preparado está el mar del sur
para el principio del todo,
que es el final de la nada:
el principio del ser de la palabra.

Preparada el alma del poeta está,
preparada su voz, su pluma,
preparados sus sentidos para lo etéreo,
para la fragilidad de la vida,
para la bruma que surge
tras la penumbra;
erguido como el sol del Sur
sobre la blanca espuma.

24/01/03

viernes, 25 de noviembre de 2011

Revelación


Cuando la ciencia nos diga
que no hay negros ni blancos
ni tiznados del color de la tierra
y las rosas comprendan
que vienen del mismo jardín;
todavía quedarán payasos
que duden de la ciencia cierta.

Cuando la ciencia nos hable
sobre que no hay progreso en el pensamiento
sino, pensamiento sobre el progreso,
todavía quedarán imbéciles
que arrastrarán las tradiciones
y los cantos de pasión.

Cuando la ciencia nos abra
el umbral de la eternidad,
todavía quedarán inútiles
que duden de la verdad.

Cuando la ciencia nos cuente
que todo es un escenario irreal,
entonces surtirán los pobres
y acabarán con los vástagos del mal.

18/04/ 01

jueves, 24 de noviembre de 2011

La voz del Bardo



Una vez más voy a hablarte,
una vez más tú y sólo yo.
Cuántos encuentros frente a frente
hemos tenido... ya no recuerdo.

No sé muy bien quién eres,
es más, nunca llegué a verte...
¡ qué transparencia de verdad y pureza !

Eres la voz del Bardo
compañero eterno de mis versos
el venero último donde fluyen mis ideas;
el reposo firme de mi mano
y el beso suave de mi pluma
que, poco a poco,
hace derramar el poema.

20/09/00